Tres quilos de saxofón rodean el cuello de su dueño con una correa para que el instrumento cuelgue hacia un costado o delante del cuerpo. Medio quilo de violín –sin mentonera– se sostiene por un juego de mandíbula. En la misma familia, una viola de un quilo y un violonchelo de nueve lo acompañan a las cuerdas. El peso es un detalle importante en la calidad de un instrumento. Sin embargo, pocas veces se piensa en las consecuencias para la salud de llevarlo colgado del cuello o sostenido con la cabeza ladeada para tocarlo durante las horas y horas de ensayo que requieren movimientos de labios y manos ágiles y veloces.
Robert Schumann, uno de los grandes compositores de la música clásica, se casó con la hija de su maestro. La también talentosa pianista Clara Schumann parió ocho hijos y nunca dejó de dar conciertos. Al quedarse viuda tuvo que aumentar el número de actuaciones para mantener económicamente a la familia. Fue entonces cuando empezaron los dolores en el brazo de la concertista. Primero durante periodos cortos, más adelante incluso cuando no se sentaba delante del piano. Clara desarrolló un dolor crónico que la obligó a dejar los escenarios y someterse a terapia. El primer diagnóstico fue reumatismo, pero, después, el dolor se atribuyó a la sobreestimulación de sus músculos.
«Este caso demuestra de forma impresionante los factores estresantes con los que tuvo que lidiar una música de elite destacada en el siglo XIX», comenta Eckart Altenmüller, músico y neurólogo que investiga en el Instituto de Fisiología de la Música y Medicina de Músicos de Hannover (Alemania) sobre «El lado oscuro del virtuosismo» que ha recopilado en trabajos que describen los casos clínicos de músicos como Clara Schumanno Alexander Scriabin.
Desde la época de los grandes pianistas alemanes y austriacos hasta el día de hoy, los problemas de dolor causados por tocar un instrumento siempre han sido habituales entre los profesionales. La Federación Estadounidense de Músicos encargó en 1988 una encuesta nacional entre casi 50 orquestas para conocer la salud de más de 2.000 artistas. Un 82% había tenido incidentes médicos, mientras que tres cuartas partes declararon tener al menos un ‘problema serio’ con consecuencias para su interpretación. Además, la mitad de ellos sufrían dolor musculoesquelético en las mismas zonas que utilizaban para tocar su instrumento, como los dedos, la mano, el cuello y la espalda.
En Cataluña, Jaume Rosset, director médico del Instituto del Arte de Tarrasa, llevó a cabo un estudio similar con 1.639 músicos. Tres de cada cuatro encuestados aseguraba tener o haber tenido algún problema durante su carrera musical, mientras que al 37,3% de ellos les supuso un empeoramiento de la técnica, según recoge en un estudio publicado a finales de 2010.
Las lesiones van en aumento y las más comunes se localizan en el sistema musculoesquelético, sobre todo entre los intérpretes de instrumentos de cuerda, tal y como recoge en un trabajo Han-Sung Lee, de la Escuela Médica de la Universidad de Ulsen en Seúl (Corea del Sur).
«Los músicos son los profesionales que más se lesionan», comenta Rosset desde su consulta. Este médico especialista asegura que entre un 10% y un 15% de los músicos de las orquestas están lesionados, a pesar de que muchos de los gerentes ni lo sepan.
«La lesión es un tabú y, aunque tengan derecho a una baja, algunos prefieren tomar días de permiso o excedencias para no ser descubiertos», asegura.
Y es cierto, en la profesión musical, lesionarse se asocia con una mala técnica y muchos sufren por su futuro. Muchas de las lesiones de los músicos se gestan en silencio, a través de la repetición y el estrés que sufren determinadas zonas del cuerpo, y se manifiestan en forma de molestia o dolor cuando los tejidos se encuentran sobrecargados. Como el fruto del trabajo del músico es sonoro y ‘no se ve’, este colectivo suele pasar por alto que el primer instrumento musical es su propio cuerpo y que, si se daña, no es posible hacer música al mismo nivel.
A menudo, cuando un músico nota las primeras molestias de una tendinitis, sigue tocando porque piensa que el dolor ya desaparecerá. Acude al especialista… siempre tarde y una vez recuperado, a su cerebrotodavía le queda reponerse de la señal de alarma producida por el dolor.
Un músico repite un determinado tipo de movimientos muchas veces cada día. Los intérpretes de instrumentos de viento son los únicos que, de tanto soplar, presentan lesiones en el músculo ‘besador’ que rodea la boca. Los guitarristas, baterías, demás percusionistas y pianistas comparten lesiones de tendón aunque los gestos de sus manos sean diferentes. A los violinistas se les reconoce por una mancha en el cuello que a veces puede conllevar molestias.
Un músico no para de tocar hasta que no puede tocar más. Se convierte en una persona sufrida porque se ha habituado a estas condiciones. Se le da mucha importancia al instrumento, a la técnica y a la postura para tocar mejor, pero no a los cuidados del cuerpo.
Entre los músicos de las orquestas de Inglaterra y Estados Unidos, la técnica corporal más practicada es el método Alexander, que también se imparte en reconocidas escuelas de música de estos países y, desde hace unos años, en algunos centros de estudios musicales españoles.
El primer paso es «comprender la importancia de cuidar aquello que nos posibilita hacer música, es decir, otorgarle un valor positivo a tocar en una postura sana y con movimientos libres y bien coordinados». Después, es una cuestión de hábito que incluye la revisión constante de la posición básica al tocar.
Rafael García, doctor en Psicología y profesor en el Conservatorio de Aragón, recuerda la importancia de comprobar el contexto psicológico en el que estamos haciendo música: «Mente y cuerpo se influencian mutua y constantemente. Las prisas, la preocupación y el estrés nos llevan a tensar más de la cuenta la ‘cuerda’ que es nuestro cuerpo y puede llegar a romperse».
Como podemos comprobar, cada vez está más extendido el estudio del físico de músico, de las lesiones que padece y de cómo funciona su cuerpo cuando practica, estudia o actúa. Aún así muchos músicos no se conciencian de lo importante que es el cuerpo en su profesión.
En el VII CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE ESCUELAS SUPERIORES DE EDUCACIÓN FÍSICA (AIESEP), -2010- se presentó un estudio sobre la actividad física de los músicos de las Orquestas sinfónicas profesionales.
Sus Autor(es): Ismael Betancor-Almeida, Dr. Manuel E. Navarro Valdivielso, Dr. Yeray Rodríguez Montesdeoca, Dr. Roberto Ojeda García, Jorge Betancor Almeida y la Entidad promotora fue: La Universidad Las Palmas de Gran Canaria.
Este estudio tuvo como objetivo identificar mediante un cuestionario ad hoc los hábitos de práctica físico-deportiva de los músicos de las orquestas sinfónicas profesionales, un colectivo expuesto a problemas músculo-esqueléticos debido a las grandes demandas físicas y mentales de la profesión. La muestra estuvo compuesta por 735 músicos de 204 orquestas sinfónicas profesionales procedente de 33 países de todos los continentes del mundo. Con relación al tipo de prácticas físico-deportivas que realizan los músicos de las orquestas profesionales, el presente estudio revela que la actividad física que destaca significativamente con un 83,2% de practicantes es caminar. Realizan ejercicio físico con una media de tres días a las semana y 45 minutos diarios, siendo los espacios en la naturales el lugar más destacado para su práctica. Observando que el colectivo de músicos profesionales muestra una gran sensibilidad hacia la práctica real y objetiva de actividad física.
El cuerpo es un instrumento más con el que contamos en nuestro desarrollo profesional. Tocar un instrumento o cantar es una actividad física, además de psíquica. Así pues, es muy importante cuidar y entender nuestro cuerpo para conseguir el desarrollo pleno y sano en nuestra carrera musical.
Ver la actividad de tocar/cantar como una actividad deportiva nos puede ayudar mucho en este camino de comprender y cuidar nuestro físico. Utilizando el deporte como prisma podemos extrapolar muchas técnicas y métodos que nos servirán para la práctica musical.
Los instrumentistas de viento no son conscientes que durante la práctica del instrumento, están utilizando técnicas hipopresivas. Para ellos son simplemente ejercicios que sirven para aumentar la capacidad respiratoria, ignorando que al mismo tiempo, esta práctica ayuda a tener una buena postura corporal y un mejor equilibrio, previene hernias, mejora el rendimiento, disminuye el dolor de espalda y unos cuantos beneficios más.
¿Qué tienen en común el músico y el deportista?
- Ambas actividades requieren un esfuerzo cardíaco considerable. Si se tiene la creencia que tocar no supone un gran esfuerzo físico, se está muy equivocado. Segúnestudios realizados, un músico profesional puede incluso llegar a perder peso durante la ejecución de un concierto. Si bien es cierto que el esfuerzo realizado en una actuación supera claramente el esfuerzo que requiere la práctica diaria, la conclusión final es que el ritmo cardíaco se acelera en cualquier caso.
- Tanto el deporte como la práctica musical combinan el uso de la mente y el cuerpo en una misma actividad. La conjunción de físico y psique se trabaja a fondo y es fundamental para obtener buenos resultados. Tanto el músico como el deportista deben trabajar aspectos tan importantes como la concentración o la coordinación.
- Los dos precisan de una buena forma física para evitar lesiones.
- Músico y deportista sufren presiones a causa de su profesión y transtornos tales como miedo escénico.
- Los dos necesitan practicar-entrenar diariamente.
- Ambos, entrenan realizando movimientos técnicamente precisos y muy estudiados.
¿Qué podrían tomar prestado, los músicos, de la práctica deportiva para aplicarlo a su actividad?
- Calentar antes de tocar.Esta práctica extendida entre los músicos en Europa y América, es casi inexistente en nuestro país. Casi nadie realiza el correspondiente calentamiento antes de tocar. La forma en que un músico se prepara antes de una interpretación o sesión de estudio, consiste en ejercitar todo aquello que compete a la emisión del sonido y a la mecánica instrumental específica según el instrumento que tocan. Debemos lograr desde la pedagogía que al igual que en el deporte el calentamiento y/o estiramientos, ayuda a prevenir lesiones y a practicar con mayor comodidad. También estirar al terminar la sesión ayuda a relajar el cuerpo de la actividad física realizada.
- Mantenernos en forma. Cualquier deportista sabe que trabajar con un entrenamiento específico no es suficiente. Los deportistas trabajan todo el cuerpo. Los músicos, entrenan diariamente “solo” aquellas partes del cuerpo que utilizan para tocar el instrumento. Los brazos, las manos, los dedos: pequeña psicomotricidad y en el caso de los instrumentistas de viento, se añaden los músculos faciales y el diafragma. No incorporan tener una buena forma física y no relacionan que esta les dará una gran ventaja frente a dolores y lesiones.
- Higiene postural. Cualquier actividad física requiere tener en cuenta la postura en que se realza. Los músicos debemos tomar consciencia de nuestra colocación: espalda recta, hombros relajados, caderas a la misma altura… y por supuesto estar sentados en sillas adecuadas y con una correcta iluminación, que nos permitan poner en práctica una buena colocación y nos proporcione la comodidad suficiente para abordar con rigor nuestro trabajo.
- Concienciación. Tanto músicos como deportistas, deben enfrentarse día a día a presiones inevitables en ambas actividades: los unos a conciertos y audiciones, al tiempo que lidiar con la crítica y con el público. Los segundos a partidos y competiciones de todo tipo. Para ello llevan a cabo una preparación mental muy importante.
- Fisioterápia. Al contrario de los deportistas profesionales que cuentan con uno o varios fisioterapeutas que atienden los problemas físicos que puedan surgir, los músicos a menudo obviamos la importancia de estos profesionales para el correcto progreso de nuestra carrera e intentamos tratar nuestras lesiones en casa, restándoles importancia.
- Planificación de la práctica. Al igual que los deportistas, losmúsicos debemos planificar minuciosamente las prácticas que debemos efectuar en el día a día. Debemos darnos épocas de menor rendimiento para poder llegar en mejor forma física y mental a las temporadas que lo requieren. De la misma manera el músico debe controlar el esfuerzo que conlleva cada uno de los conciertos o actuaciones, de manera que el rendimiento resulte idéntico durante toda la actuación
El músico es consciente del esfuerzo físico que se requiere para tocar un instrumento musical y de que la actividad físico-deportiva ayuda a mejorar su rendimiento profesional.
A modo de conclusión:Quizás la tarea más difícil consista en cambiar la mentalidad del músico y convencerle de la importancia de comenzar a cuidar su principal herramienta de trabajo: su cuerpo.
Sería conveniente, pues, incluir un plan de educación corporal paralelo a todo el proceso de formación musical y permanente del músico profesional.